Con este miércoles de Ceniza comenzamos la Cuaresma, que son 40 días durante los que nos preparamos para la fiesta más grande de Jesús.
A este tiempo de cuaresma le llamamos de conversión o de cambiar el corazón, porque queremos ser mejores amigos de Jesús, que nos pide que seamos responsables, buenos y sobre todo que sepamos a amar a los demás como a nosotros mismos.
¿Qué es lo
importante? Comenzamos un tiempo
importante, nos
ponemos en camino... Como cuando hay una maratón popular. En la
salida hay mucha
gente... Por el camino van quedándose atrás muchos... Sólo llegan los
que
perseveran..., los que tienen resistencia, los que regulan sus fuerzas...
La llamada
Volved a mí de
todo corazón (Joel,2,12-18)
Una nueva
oportunidad. Siente que Dios te grita hoy en el corazón: “Vuelve a
mí”. Quizás no
seas capaz de escuchar esa voz porque te dices: “¿De dónde tengo que
volver yo? ¡Yo
estoy bien como estoy! ¡Yo me siento bien!”. Te entiendo. Descubrir
que hay otra
manera de ser y de vivir, que hay cosas que podemos y tenemos que
cambiar como
creyentes no lo descubrimos si no nos lo descubren..., si no nos habla la
Palabra de Dios.
Hay cosas que “no son de cajón”. Lo de Dios “no es de cajón”. Lo de
Dios es de
susurro, de sensibilidad, de no vivir en superficialidad. Lo de Dios se percibe
mejor cuando se
vive con el corazón. Como sólo vivas con los ojos y con el bolsillo...
no descubrirás a
Dios.
Hay gente que no
descubre que necesita dar más cariño, más tiempo, más
detalles, más
palabra, más besos, menos gritos a los de casa y a quien llama mujer o
marido y a los
hijos... Hay gente que no se da cuenta de que existen otros que necesitan
algo más de
nuestro corazón... Hay corazones que sufren porque los nuestros se hacen
un poco de
piedra... Nos parece que estamos bien, y nos disculpamos o justificamos
diciendo: “Es
que yo soy así”... A lo mejor poco a poco te has hecho así, pero antes no
eras así; en
todo caso, puedes ser de otra manera. Estás llamado, invitado a ser de otra
manera, más
humana, más divina. Por delante tienes 40 días para escuchar: “Vuelve a
mí de todo
corazón”. “Vuelve a mí con todo el corazón”. “Vuelve también a tu
corazón”.
“Vuelve a habitarte”. “Descubre que no te habitas, que te habitan mi cosas, mi
otras cosas...”.
Déjate
reconciliar
Dejaos
reconciliar con Dios (2 Corintio 5,20-6,2)
Es decir:
Reconoce y acepta lo que Dios ha hecho por ti, por nosotros. Nos ha
reconciliado.
Nos ha vuelto a mirar con cariño de Padre y de Creador. Pero a lo mejor
vivimos al
margen de la reconciliación o sin que nos interese. Hoy escuchamos: “Deja
que Dios haga
maravillas en tu vida”. “Deja sitio a Dios en tu vida”. Tú sabes cómo te
sientes cuando
“no pintas nada en la vida o en el corazón de otros”. Cuando no
pintamos nada
para alguien, nos duele, sobre todo si “deseamos pintar algo”.
¡Qué bueno es
Dios! ¡Cuánta paciencia con nosotros! Dios “pinta poco en la
vida de muchos”
y Dios sigue esperando... Hoy nos dice: “Déjate reconciliar”. “Entra en
este dinamismo
de perdón y de vida que yo he puesto en marcha en mi Hijo Jesús”.
¿Qué pasaría en
tu vida y en la mía si de verdad escuchamos esta palabra de Dios?
Dios ve lo
escondido
Entra en lo más
secreto de ti y orar (Mateo 6,1-6.16-18)
A Dios le gustan
poco las apariencias y los que viven de apariencias. En el cielo
no hay salas de
maquillaje ni tiendas de trastos para poder aparentar. Las “apariencias”
las crea la
sociedad de consumo y las ideas falsas que nos hacemos de nosotros mismos
cuando nos
creemos que somos algo. ¡Qué bien se nos da disimular! Hay maquillajes o
disimulos
ordinarios: “¡Límpiate, que no te vean que tienes ojeras, o que has llorado, o
que tienes el
alma por los suelos!”. Y hay otros que nos hacen vivir de manera falsa,
doble, al margen
de nuestras posibilidades...
Dios “cala” el
corazón. Dios está en el secreto, en lo escondido, en lo que se
hace con corazón
y nadie lo ve, solo los perciben los de mirada de profundidad...
A Dios no le
interesa que cambies de aspecto, ni que disimules. A Dios le gustas tal
como eres. Si te
enfundas disfraces y apariencias nunca aceptarás la realidad, nunca
cambiarás ni
removerás el corazón...
Dios ve lo
escondido. Nada de lo que haces y los otros no ven, se queda sin ver a
los ojos de
Dios. Tantas veces te quejas de cosas que haces, de detalles que cuidas y
que, sin
embargo, la persona en quien pensabas no los ve, no los aprecia... Que sepas
que nada de lo
mejor tuyo pasa desapercibido para Dios. Nada. Los ojos de Dios llegan
al secreto del
corazón y leen tus y mis secretos. Dios no es Dios de apariencias.
Dios anda por
los secretos de nuestro corazón...
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